La calabaza de Hallowen

31 de octubre de 2011

La vieja costumbre de ahuecar y tallar una calabaza para convertirla en un farol tiene su origen en Irlanda el siglo XVIII. Según se cuenta, Jack era un notorio bebedor, jugador y holgazán que pasaba sus días tirado bajo un roble. La leyenda cuenta que una vez se le apareció Satanás con intenciones de llevarlo al infierno. Jack lo desafió a trepar al roble y cuando el diablo estuvo en la copa del árbol, talló una cruz en el tronco para impedirle descender. Entonces Jack hizo un trato, le permitiría bajar si nunca más volvía a tentarlo con el juego o la bebida.
La historia dice que cuando Jack murió no se le permitió la entrada al cielo por sus pecados en vida, pero tampoco pudo entrar en el infierno porque engañó al diablo. A fin de compensarlo, el diablo le entregó una brasa para iluminar su camino en la oscuridad por la que debería vagar hasta el día del Juicio Final. La brasa estaba colocada dentro de una cubeta ahuecada para que ardiera como un farol durante mucho tiempo.
Los irlandeses solían utilizar nabos para fabricar sus faroles, pero cuando los inmigrantes llegaron a Estados Unidos se dieron cuenta que las calabazas eran más abundantes que los nabos. Por eso surgió la costumbre de tallar calabazas para la noche de Halloween y transformarlas en faroles introduciendo una vela en su interior. El farol tenía como objetivo espantar los espiritus malignos.

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